Alcaraz se lesiona con el partido igualado pero aguanta para respetar el triunfo de Djokovic
La historia y el futuro del tenis se juntaron en el presente. Novak Djokovic (36) y Carlos Alcaraz (20) disputaron el partido más esperado en la Philippe Chatrier, El serbio, con 22 títulos de Grand Slam, buscaba el pase a la final para intentar desempatar con Nadal logrando el 23º. El español buscaba su primera final del torneo de los mosqueteros.
También estaba en juego el nº1 del mundo. Ganando Roland Garros, Nole recuperaría el cetro virtual. La pujanza de Carlitos se medía a la experiencia del balcánico, un tipo que había disputado 45 semifinales de Grand Slam.
En el día de la Región de Murcia, Carlos salió con dudas y Novak con acierto y agresividad. Con un punto espectacular, Djokovic se apuntó el cuarto juego rompiendo el saque de un titubeante rival y se puso 3-1 arriba. Era vital no perder la calma ni la concentración, pero al murciano le faltaba levantar más la bola ya que muchas devoluciones se estrellaban en la red. El 4-1 le hizo daño. Desde la pista gritaba “tengo que dar más velocidad a la bola”, dirigido al palco donde estaba su entrenador, Juan Carlos Ferrero, que ganó este torneo hace justo 20 años.
El veterano se presentaba con un balance de 10 victorias y 3 derrotas en tierra en 2023 y el joven con un 25-2. No era una locura pensar que el español podía tener una ligera ventaja pero el zorro de Belgrado sabe cómo afrontar estos partidos. “No ha habido un punto con más de cinco golpes y eso lo tengo que cambiar”, decía Carlitos desde la pista. Los errores no forzados le impedían recortar distancia. Estaba por debajo de su nivel habitual.
Carlos lo intentaba pero su rival supo mantener la compostura y no cedió ninguna de las bolas de break de las que dispuso su adversario. Así, se llegó con un 6-3 al final del primer set. El español necesitaba hacer cambios en su juego y era perfectamente consciente de ello.
El primer juego del segundo set se lo anotó en blanco. Buscaba un punto de inflexión. Carlos había cambiado el chip pero chocaba contra una roca y cada uno mantenía su servicio. El 3-3 reflejaba la igualdad reinante. En el octavo juego llegó el momento del español. Por fin, Alcaraz mantuvo continuidad en los golpes para romper el saque de Nole y ponerse 5-3 arriba. Respiraba aliviado el tenista de El Palmar, pero le duró poco porque Djokovic repitió la jugada en el siguiente juego y recuperaba el pulso.
El español tuvo tres bolas de set y las tres las salvó Nole para poner 5-5 en el marcador con 5 puntos seguidos. Era el momento de Carlos. O reaccionaba o se ponía con una desventaja demasiado grande. Supo jugar los puntos decisivos y salvó una situación muy complicada. 7-5 para él y todo volvía al inicio.
Un calambre en el gemelo derecho con 1-1 en el marcador obligó a Carlos a pedir un tiempo muerto médico que supuso regalar el 2-1 a Djokovic para poder ser atendido. Así lo dice la norma. Regresó pero muy mermado. Perdió los dos siguientes juegos sin poder ofrecer oposición mientras murmuraba “no puedo, así no puedo”. El murciano sufría esperando un milagro pero era un calvario innecesario. No podía correr ni desplazarse. Los puntos caían del lado de su rival con demasiada facilidad.
Aguantaba por orgullo y dignidad pero ya no había partido. Sólo un jugador golpeando la bola y otro, resignado e impotente, mirando cómo conseguía puntos. Alcaraz quiso así respetar a su rival, a la afición y a su deporte y no retirarse pero todos sabían cuál sería el final. Mientras pudo fue un cara a cara muy igualado entre una leyenda y un aspirante a serlo. Djokovic tiene ahora la oportunidad de desempatar a 22 Grand Slam con Nadal y Carlos tendrá que esperar al menos otro año para intentar ganar en la tierra batida de París.