La bicampeona olímpica y bicampeona mundial ya era la segunda corredora más rápida de todos los tiempos en la distancia gracias a los 3:50.37 que marcó en Mónaco en agosto, cuando se quedó a 0,3 del récord mundial de 3:50.07 establecido por la etíope Genzebe Dibaba en 2015.

Esta vez, Kipyegon hizo saltar por los aires la marca, convirtiéndose en la primera mujer en bajar de los 3:50 en la disciplina, restando casi un segundo al récord anterior.

Kipyegon había hablado abiertamente de su ambición de batir el récord mundial en 2023. "El récord está en mi corazón y en mi mente, y espero que éste sea un año perfecto para mí", declaró la víspera de la Gala de Oro.

La ha comenzado con un estilo sensacional.

El viernes por la tarde, Kipyegon siguió a las liebres Brooke Feldmeier y Sage Hurta-Klecker en los 400 metros, en 1:02.37, y Hurta-Klecker llegó a los 800 metros en 2:04.00.

Cuando Hurta-Klecker se hizo a un lado, Kipyegon siguió adelante y llegó a los 1.200m en 3:05.28. Corriendo contra ella misma, volvió a empujar y llegó animada por el público sobre la línea de meta, pasando por delante de un reloj que marcaba 3:49.11. Se llevó las manos a la cara y luego se dejó caer en la pista, encantada.

Detrás de ella, la británica Laura Muir terminó segunda en 3:57.09, mientras que la australiana Jessica Hull fue tercera con un récord de su país de 3:57.29. Todas las participantes se reunieron después de la carrera para celebrarlo con Kipyegon.