La atleta etíope nacionalizada neerlandesa, de 30 años, parecía que su debut en la distancia iba a acabar en desgracia, ya que sufría dolores en la cadera.
Sin embargo, haciendo gala de las agallas y la determinación que ha demostrado desde que era una niña, luchó por volver al grupo de cabeza y luego esprintó por delante de un pelotón de talla mundial.
Su entereza se refleja en su máxima favorita, extraída del Corán, según declaró al diario holandés NRC en 2021: "Porque, en efecto, con las dificultades vendrán las facilidades".
Así lo demostró en los retrasados Juegos Olímpicos de Tokio de 2021, donde ganó los títulos de 5.000 y 10.000 metros, este último 24 horas después de que sus esperanzas de oro en los 1.500 metros quedaran truncadas.
Al lograr el doblete en la distancia, emuló la hazaña de la etíope Tirunesh Dibaba en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.
A pesar de su éxito en los Juegos de Tokio, Hassan sigue siendo una figura controvertida en el mundo del atletismo, y los interrogantes sobre su asociación con el entrenador caído en desgracia Alberto Salazar siguen persiguiéndola.
Hassan no contribuyó a disipar esas dudas al elegir como entrenador a Tim Rowberry, antiguo ayudante de Salazar.
Hassan insiste en que se unió al Proyecto Oregón de Salazar, ahora disuelto y financiado por Nike, en 2016 para poder entrenar con la leyenda británica de las carreras de distancia Mo Farah.
Dice que no vio nada malo en Salazar, a quien el Centro para el Deporte Seguro de Estados Unidos prohibió entrenar de por vida en 2021 por violaciones de conducta sexual y emocional inapropiada.
Salazar recibió por primera vez una prohibición de cuatro años durante los campeonatos del mundo de 2019 en Doha. Hassan ganó debidamente el doblete 1.500/10.000 metros en esos campeonatos.
"El momento y la presión más duros de mi vida fueron en Doha y lo manejé", dijo en julio.
No se contuvo en una emotiva rueda de prensa tras aquel éxito: "Si quieren ponerme a prueba, pueden hacerlo todos los días. Todos los días".
"Creo en el Proyecto Oregón. He visto a Alberto. Ha trabajado muy duro y eso es lo que sé".
Infancia dura
Hassan se forjó un carácter duro gracias a una dura educación.
Hija única criada en Etiopía por su madre y su abuela -sus padres seguían casados pero vivían en granjas separadas-, su madre la metió en un avión rumbo a Holanda en 2008.
Hasta entonces, su infancia parece haber sido agradable.
"No teníamos coche. Pero podíamos comer, era divertido y podíamos comprar ropa", dice. "En realidad teníamos de todo".
El incidente traumático que provocó su envío al extranjero a los 15 años sigue siendo un misterio, y ella se niega a divulgar cuál fue.
"Tengo que tener cuidado con eso", recuerda. "Un día estoy contenta y al día siguiente menos.
"Eso es lo bonito de la vida. Si todo fuera perfecto, sería aburrida".
La vida no era mucho mejor en el hogar para menores solicitantes de asilo en el que la internaron en Zuidlaren: recuerda que lloraba todos los días.
Sin embargo, tras el reconocimiento de sus dotes atléticas, en 2012 se puso bajo la tutela del respetado entrenador Honore Hoedt.
Hoedt declaró a Volkskrant que sus primeras impresiones fueron las de una joven "larguirucha" que era "una trabajadora diligente".
Pronto Hassan empezó a ganar carreras al tiempo que se formaba para ser enfermera.
Hoedt observó otro rasgo en la joven a su cargo a medida que ascendía en los grupos de edad.
"Puede ser recalcitrante", dice Hoedt, que la entrenó hasta 2015, cuando obtuvo la nacionalidad holandesa.
"No soportaba las derrotas. Entonces se encerraba durante días. Se enciende un fuego en ella que a veces sopla en la dirección equivocada".
Por el momento, el fuego sopla definitivamente en la dirección correcta y sus rivales de maratón harán bien en apagarlo.