Las Guerreras han vivido una auténtica pesadilla en esta edición de los Juegos Olímpicos de París: debutaron con muy malas sensaciones frente a Brasil, que no ha vuelto a ganar desde aquel día (18-29), y volvieron a tropezar en el envite ante Angola (26-21). Luego, ya sin apenas margen de error, ofrecieron una versión algo más reconocible contra Países Bajos, que igualmente se llevó la victoria con cierta holgura (29-24).
El partido de este jueves era una auténtica final. Sólo había una opción, vencer, y aun así la papeleta seguía estando muy difícil dados los resultados anteriores. Hungría encaraba el duelo sin tanta tensión tras haber sumado tres puntos, si bien caer ante España daba más suspense del deseado a la resolución del grupo. Sandy Cabral, que acabó como la máxima realizadora gracias a sus seis tantos, se echó el ataque sobre sus espaldas al inicio.
Hasta Kaba Gassama, que aún no había visto portería, coló la bola en la red. Era un inicio prometedor (6-3) y las cosas empezaban a salir bien. Un parcial posterior de 0-5 trajo de vuelta los fantasmas y al descanso se llegó con un marcador negativo, por lo que hubo que ir a contracorriente otra vez. Y en esta situación tan límite, en la que todo parece ir mal, es un guion sólo apto para especialistas en la materia.
No hay ninguna duda respecto al carácter y el gen competitivo del plantel femenino, que llegó a tener una desventaja de cinco unidades (15-20). Paula Arcos y Marta López dieron cierta vida a las suyas, de nuevo encomendadas a la épica y a la agonía. La remontada se produjo tras una espectacular racha, pero un inoportuno bajón posterior hizo imposible el triunfo (24-27). El próximo sábado a las 11h00, ya sin nada en juego, test contra la poderosa Francia.