Desde que se subiera a un monoplaza de F1 con Toro Rosso en 2015, Carlos Sainz ha ido progresando en su carrera cada temporada, pasando por Renault y McLaren hasta llegar a Ferrari, donde ya ha cumplido dos años. En el primero superó a Charles Leclerc. En el segundo sufrió muchísimo la adaptación a un nuevo coche y a una nueva forma de conducción. 

Después de varios abandonos, y mientras su compañero de equipo firmaba pole tras pole, el piloto madrileño se las apañó para ir recortando en carrera las distancias en puntos y en pilotaje, e incluso se apuntó su primera victoria en F1, en el GP de Silverstone. 

Ahora, con la mirada puesta ya en 2023 a la espera de que sea el año en el que pueda luchar por el título, Sainz reflexiona sobre su campaña y lo mucho que ha aprendido. "Me vi inmediatamente en la cuerda floja y me enfrenté a retos que probablemente no esperaba tener".

Entre ellos, el de cambiar hábitos adquiridos durante muchos años. "Estaba constantemente fuera de ritmo en las primeras cinco o seis carreras. Pero, sinceramente, estoy muy orgulloso de cómo recuperé, luché y mantuve la motivación, incluso con todos los altibajos y contratiempos que tuvimos". 

El cambio definitivo

Carlos Sainz ha reconocido que tuvo que modificar muchas cosas al volante y en su preparación. "Tuve que dejar de tener algo de memoria muscular en la forma de conducir y reajustarla un poco, lo que me llevó mucho tiempo. Pero entonces, en cuanto ocurrió, sentí que había dado un gran paso adelante como piloto en mis habilidades, en mi desarrollo, y que había aprendido mucho".

Esa es la lectura positiva que hace un Sainz que, en las últimas carreras condujo "de nuevo al nivel que sé que soy capaz de conducir. Ha sido el año que más he aprendido desde 2015. Luego he tenido años más duros y más fáciles, pero nunca un año tan exigente como el 2022".

En la clasificación final del Mundial, Sainz quedó quinto tras Verstappen, Leclerc, Pérez y Russell.