Antonio Rüdiger fue el héroe del Real Madrid en el partido contra el conjunto ucraniano, que se disputó en Varsovia por la invasión de Rusia, pero no le salió nada barato. Se jugó la cara para marcar el gol del empate, un puñado de sangre que bien vale la clasificación matemática para los octavos de final de la Champions League y una situación más que favorable de cara al primer puesto. Es probable que los blancos lo hubieran logrado igualmente en alguna de las dos jornadas siguientes, pero Carlo Ancelotti lo agradecerá.
La reacción de los servicios médicos del equipo fue inmediata porque así lo requería la situación. El encuentro agonizaba ya -marcó en la penúltima acción del choque- y el ex del Chelsea tuvo que irse directamente hacia los vestuarios sin que entrara otro jugador por él. Apenas tenía visibilidad y sufría un importante dolor en la zona del ojo izquierdo. Así, por supuesto acompañado, fue como llegó al interior de las instalaciones.
El propio Real Madrid ha querido mostrar cómo fue la intervención exprés a la que se sometió el jugador, a quien le tuvieron que presionar con una toalla para intentar frenar la hemorragia. "Si me apretáis, duele más", decía en inglés. Los servicios médicos, comprensivos en todo momento, le intentaban hacer ver que era necesario. Una vez tumbado, Rüdiger demostró que ya conoce alguna que otra palabra en castellano: "Puta madre", decía resignado.
La solución, 20 puntos
Felipe Segura, quien se encargó de la intervención, explicó ante los medios oficiales del club el proceso realizado: "Le hemos suturado y le hemos tenido que dar puntos por dentro porque tenía afección del tejido celular subcutáneo del músculo frontal. Luego, le hemos hecho una sutura intradérmica para intentar que se le quede la menor cicatriz posible. Han sido unos 20 puntos".