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Del psicodrama al séptimo cielo, la desmesura que vivió el aficionado argentino

AFP
El fútbol, una pasión en Argentina
El fútbol, una pasión en ArgentinaLUIS ROBAYO / AFP
Una imagen de Pablo Aimar sin poder contener la emoción en el banquillo después del gol de Lionel Messi a México se hizo viral el sábado en redes sociales. Las emociones pierden toda calma en un Mundial, un fenómeno especialmente intenso en el caso argentino.

"Habría que tener un poco más de sentido común. Es solo un partido de fútbol. Recibí un mensaje de mi hermano diciendo que se iba al campo, llorando, que no podía ver el partido. Eso no puede ser. Es como si fuera más que un partido de fútbol. No lo comparto", afirmó el seleccionador argentino, Lionel Scaloni, cuando fue preguntado después de la victoria 2-0 ante México en Catar por esas lágrimas de Aimar, uno de sus ayudantes.

"Los jugadores deben sentir que esto es un partido de fútbol. Si no, cada vez con la selección argentina va a ser siempre así. Es difícil hacer entender a la gente que mañana sale el sol, ganes o pierdas", insistió.

Pero Scaloni sabe que está quizás ante una misión imposible. Pidió ya "tranquilidad" después de la derrota sorprendente del debut ante Arabia Saudita (2-1) y el miércoles su equipo se la juega ante Polonia: o pase a octavos o eliminación.

El centro del mundo

El sociólogo argentino especializado en deporte Diego Murzi se encuentra en Doha y habló con la AFP después del triunfo ante México sobre las razones de esta intensidad.

"En varios países de Latinoamérica existe ese vínculo con el fútbol, pero creo que en Argentina, y quizás en Brasil y Uruguay, es un vínculo mucho más estrecho. Eso lleva a que todo lo que ocurra vinculado al fútbol sea una caja de resonancia a nivel de la sociedad muy importante", afirma este Doctor en Ciencias Sociales e investigador en la Universidad de San Martín, en Buenos Aires.

Para Murzi, las cuestiones sociopolíticas y económicas del país tienen también un peso determinante en el fenómeno.

"A los argentinos el fútbol nos pone en un lugar central en el mapa mundial, de privilegio. Argentina es un país absolutamente periférico en la mayoría de las cosas y el Mundial es el momento en el que los argentinos sienten que se exhibe esa posición central, por lo menos en esa narrativa del fútbol. El que hizo posible eso es sobre todo Maradona. Ya había una historia pero con Maradona se consolidó y con Messi se extendió. Eso explica el arraigo que tienen los argentinos con la Copa del Mundo", explica Murzi.

"El fútbol acaba convirtiéndose en el único tema de conversación posible (en Argentina) durante esta época, a diferencia quizás de lo que pasa en Europa, que los vínculos con las Copas del Mundo, y más con ésta en particular, parece menos cercano para la sociedad en general", subraya.

'D10S' y 'Messías'

Paseando por el zoco Waqif, en el corazón del ambiente mundialista de Doha y uno de los lugares de encuentro de hinchas de todo el mundo, los argentinos han recuperado el entusiasmo después de la victoria sobre los mexicanos.

"Por mucho que hace que vivo en Estados Unidos, si me cortan acá (señalando su muñeca izquierda) me sale sangre celeste y blanca", decía a la AFP Beto (60 años), un argentino de Buenos Aires que lleva tres décadas residiendo en Filadelfia, donde tiene un negocio de venta de alfombras.

"Tenemos una pasión por el fútbol muy grande. Sufrimos mucho habitualmente porque en nuestro país hay problemas, la economía está mal, pero el fútbol nos da esa energía que nos puede convertir de nada a cien", afirma.

"En Argentina el fútbol es una religión. En la Argentina, si ves la historia, somos así. A Evita la llaman Santa Evita, a Maradona lo llaman Dios, a Messi lo llaman el 'Messías'. Tenemos como esa tendencia a la religión, aunque convertida en paganismo", sonríe mientras toma un helado.

Euforia disparada o tragedia nacional, las dos opciones posibles ahora. ¿La respuesta? El miércoles, después del crucial partido ante Polonia.