Tras la renuncia de Quique Sánchez Flores a renovar su contrato después de haber salvado al Sevilla de la quema, el club andaluz necesitaba una nueva hoja de ruta para intentar recuperar el brillo de antaño. Alguien con una idea clara de juego, con ambición y con energías suficientes para meter el bisturí en un nuevo proyecto dentro de una masa social enfrentada a la directiva. 

Muchos requisitos para encontrar al entrenador idóneo. Pero García Pimienta no ha temblado. Después de que considerara que su etapa en Las Palmas ya había finalizado tras una muy buena primera parte de temporada y otra más que mala en la recta final, el catalán quería un nuevo reto. Ya lo tiene. 

Dos años, en teoría, dispondrá un técnico criado futbolísticamente en La Masía, que llegó a debutar como jugador con el Barcelona y que se formó en el mismo club blaugrana desde el cadete hasta el filial, pasando por un juvenil con el que logró el título de la Youth League. 

Desde allí, tras 28 años ligado de una u otra manera al Barça, dio el salto a la UD Las Palmas. Llegó en enero de 2022 para aporta nuevos bríos a un equipo que había tocado fondo con Pepe Mel. Sumó 29 de 33 puntos, pero se quedó a las puertas del ascenso, eliminado en playoff. Sí lo consiguió en la campaña siguiente, la 22/23, y luego, ya en la 23/24, ha mantenido a los amarillos en Primera. 

Ahora le llega el turno de dar un salto adelante en su carrera haciéndose cargo de un equipo al que espera dotar de una identidad propia que le permita aspirar a luchar por competiciones europeas.