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OPINIÓN | Cuando Xavi fue devorado por Xavi

César Suárez
Xavi, durante un entrenamiento en la Ciudad Deportiva Joan Gamper
Xavi, durante un entrenamiento en la Ciudad Deportiva Joan GamperFC Barcelona
Aseguró el sábado Xavi al anunciar su adiós al Barça el 30 de junio que lo tenía pensado ya desde hacía unos días. Sin embargo, no se lo comunicó a Joan Laporta, presidente, ni a Deco, director deportivo. Curioso, porque también dijo esta misma semana que hablaba con éste último sobre la planificación de la próxima temporada pasara lo que pasara. Y el viernes, que era muy feliz y que sentía la confianza de todos para seguir. ¿Cuándo lo pensó entonces exactamente? ¿Seguro que fue una decisión propia? ¿Le podemos creer?

Nos ha pasado lo mismo con su discurso. Cuando Laporta fue a buscarle en noviembre de 2021 y a rogarle que se hiciera cargo del Barça para sustituir a Ronald Koeman, el objetivo no era otro que recuperar la esencia azulgrana, perdida con el técnico neerlandés. Xavi hablaba por aquellos ilusionantes días, e incluso más allá en el tiempo, de que lo importante no era ganar sino cómo hacerlo. "No firmo ganar sin jugar bien. No es el objetivo". 

El discurso, y su creencia, fue cambiando conforme la exigencia de ganar LaLiga crecía y crecía tras el doble fracaso en la Liga de Campeones. Lo importante ya era vencer de cualquier manera, incluso pensando más en no encajar que en mirar la portería contraria. Una traición a la filosofía Barça que él tenía que implantar. Con esa táctica más defensiva, el Barça de Xavi fue mutando. Su ADN de juego ofensivo cambió en muchos partidos, el dibujo táctico del 4-3-3 o del 3-4-3, algo intocable en el Camp Nou, también fue modificado. Incluso el equipo no dudaba en encerrarse en su área durante muchísimos minutos y buscar descaradamente el contragolpe en algún partido concreto, como ante el Real Madrid. Porque lo que de verdad necesitaba eran títulos. No interesaba ya el cómo. 

Sumó dos, Liga y Supercopa de España. Y las críticas pararon. Pero todo lo que parecía ir bien a nivel público, fallaba a nivel interno. La salida de Mateu Alemany y de Jordi Cruyff, sus máximos defensores, le perjudicó. La llegada de Deco, antiguo compañero, como máximo responsable deportivo, ya le puso la mosca detrás de la oreja. Las carantoñas del presidente a Rafa Márquez, técnico del filial, con las cámaras delante cuando el Barça empezaba a cosechar malos resultados y a ofrecer malas sensaciones, le hizo temer lo peor. 

Una renovación de cara a la galería

Todas las dudas parecieron disiparse en septiembre de 2023, hace tan solo cuatro meses, cuando Xavi renovó su contrato hasta 2025. Pero él no sólo quería el apoyo en un papel. Da la sensación de haberse sentido ninguneado e incluso poco valorado. Ha insistido decenas de veces en que se valorase lo conseguido por él y su cuerpo técnico desde que llegó, en que había que apreciar la Liga y la Supercopa. Ya lo dijo él mismo en la previa de ese encuentro. "Hay que valorar las cosas ahora, no cuando uno se va". 

Los malos resultados en enero, con la humillante derrota ante el Real Madrid en la final de la Supercopa y con la eliminación en los cuartos de la Copa del Rey frente al Athletic, le dejaron un poso amargo. Perder 3-5 contra el Villarreal tras haber remontado un 0-2 es lo que, definitivamente, hizo soltar la bomba.

Aunque ya no sé si creerme, después de las múltiples contradicciones futbolísticas y de sus cambios de discurso según le convenían, si ha sido él quien ha dado el paso o le han 'obligado' a darlo este sábado 27 de enero. Lo único cierto es que Xavi volvió para comerse el mundo con su Barça... y el propio Xavi se ha devorado asímismo con sus altas exigencias en un club que, ahora mismo, no tiene ni los recursos ni la capacidad de gestión que se requieren para dar estabilidad a un proyecto. 

César Suárez
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