Un escenario olímpico para debutar en un Clásico
Algo extraño habrá en el ambiente. Seguro. No será por jugarse con luz natural, a las 16:15 h., lo que resta un poco de espectáculo al asunto. No es lo mismo ver una película a oscuras en el cine que hacerlo en casa con la luz del salón encendida. Pero es lo que hay. Y este derbi entre los dos gigantes del fútbol español pasará a la historia por disputarse en una localización inédita.
Será en la montaña mágica, una de las sedes que acogió los recordados y queridos Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Allí donde el pebetero se encendió con una flecha lanzada por Antonio Rebollo con su arco. En esta ocasión, este sábado, lo que se encenderá será la pasión de los culés y de los madridistas por ver triunfar a sus equipos en un estadio que fue inaugurado en 1929, con motivo de la Exposición Universal celebrada en la Ciudad Condal.
Después, acogió eventos varios, como una final de la Copa del Generalísimo (la actual Copa del Rey), los Juegos Mediterráneos... hasta que Barcelona fue designada sede olímpica. Entonces fue renovado y modernizado casi por completo, manteniendo casi toda su fachada exterior, pero transformándose en el interior. En 1989 fue reinaugurado y albergó los Mundiales de atletismo de aquel año.
Tras la celebración de las Olimpiadas, fue sede de los Barcelona Dragons, equipo de fútbol americano. Y desde 1997 hasta 2009, la del Espanyol, que había vendido su estadio de Sarrià y permaneció allí hasta construir su actual casa de Cornellá-El Prat.
El culé huye de Montjuic
Ahora, con el Camp Nou en plena reconstrucción, se ha adaptado para ejercer de anfitrión del Barcelona en sus partidos de LaLiga y de Liga de Campeones. Pero el equipo se ha sentido huérfano. Son 85.000 los abonados habituales del club, de los que solamente 17.000 están pagando su cuota para ver los partidos. Los otros aguardan el regreso al campo de la zona de Les Corts, lo que no se producirá hasta noviembre de 2024 como muy pronto.
Algo que está repercutiendo en todo, especialmente en el ámbito económico, donde se prevén unas pérdidas en torno a los 70 millones de euros por taquillas y abonos. Pero también se nota en el apoyo deportivo. Más de una y de dos veces este año, Xavi ha apelado al orgullo y al sentimiento culé para que hagan el esfuerzo de subir a Montjuic. Sin ir más lejos, en el último encuentro como local, sólo acudieron al estadio 39.194 espectadores. El partido que más aficionados congregó fue el del Betis, con 45.055, si bien más de 4.000 eran verdiblancos.
A pesar de los trabajos de adaptación y de las facilidades dadas tanto por la entidad como por el ayuntamiento de la ciudad, no ha habido forma de llenar un estadio con capacidad para casi 50.000 espectadores, la mitad que el templo blaugrana, y que aún conserva su pista de atletismo. Eso, lógicamente, reduce la presión ambiental que pueden sufrir los jugadores del Real Madrid. Una pequeña ventaja que, seguro, hubiera agradecido, por ejemplo, Luis Figo en su día.
14 años después
Desde que el Espanyol se marchó de Montjuic, el Real Madrid no ha pisado ese estadio. Su balance es negativo en los 13 encuentros jugados allí. Sólo ganó cinco, empató dos y perdió seis. Algo que nada tendrá que ver con lo que ocurra este sábado ante su eterno rival.