La Vinotinto empató a uno el martes contra Perú en un choque cargado de tensiones por la clasificatoria hacia el Mundial 2026.
"Un viaje complicado, pero gracias a Dios ya estamos en casa y bien", dijo el lateral izquierdo Miguel Navarro tras aterrizar la noche del miércoles en el aeropuerto internacional de Maiquetía, que sirve a Caracas, donde la Vinotinto fue recibida por decenas de aficionados con aplausos y música.
El presidente, Nicolás Maduro, elevó el tono contra las autoridades de Perú.
"La xenofobia de esa oligarquía racista de Perú ha arremetido contra nuestra noble selección nacional de fútbol", indicó. "Ellos andan en el fondo (de la clasificación) y nosotros estamos cuartos (...), envidiosos, mezquinos, malvados", agregó.
Unos 1,5 millones de migrantes venezolanos viven en Perú, adonde llegaron huyendo de la crisis. Muchos de ellos, además, son víctimas de xenofobia.
La relación de Maduro con el país que tiene capital en Lima ha sido tensa, con un nuevo pico desde la destitución del presidente Pedro Castillo en 2022 y el ascenso de Dina Boluarte.
"Fue una vergüenza total"
La Federación Venezolana de Fútbol (FVF) denunció que uno de sus jugadores, el central Nahuel Ferraresi, fue agredido por un Policía en el Estadio Nacional de Lima, cuando se acercaba a aficionados para "entregarles una camiseta".
"Me pegaron dos palazos", dijo Ferraresi, zaguero del Sao Paulo brasileño, mientras mostraba vendajes en los dedos índice y anular de su mano derecha en el canal oficial de la selección de Venezuela.
"Fue una vergüenza total, la verdad, un comportamiento muy raro", expresó Navarro a su retorno junto a cuatro compañeros (el portero Alain Baroja, los defensores Alexander González y Christian Makoun, y el centrocampista ofensivo Jefferson Savarino). El resto tomó vuelos distintos.
Sin mencionar este caso o los enfrentamientos entre aficionados argentinos y la Policía de Brasil en otro partido del martes, la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) subrayó en un comunicado que "abrir una investigación y la aplicación de eventuales sanciones" son "atribuciones exclusivas" de la FIFA.
Las tensiones se agravaron el miércoles, cuando el avión, de la aerolínea Rutaca, tuvo un retraso de casi cuatro horas.
"Ocurrió por motivos netamente administrativos relacionados con el abastecimiento de combustible", alegó la compañía operadora del aeropuerto Jorge Chávez de Lima, negando que fuese consecuencia de "controles de seguridad".
El canciller de Venezuela, Yván Gil, calificó el incidente como "un secuestro".
"Bochornoso"
Las autoridades peruanas hicieron inusuales controles migratorios a extranjeros en el estadio, sin informar resultados, cuando se esperaba una alta afluencia de seguidores venezolanos.
La semana pasada entró en vigor un decreto que permite al Gobierno expulsar rápidamente a indocumentados, tras agotarse el 10 de noviembre un plazo para regularizar su situación.
Perú atribuye un aumento en la inseguridad a la presencia en el país de la banda criminal venezolana Tren de Aragua.
"Resulta a lo menos bochornoso que un evento futbolístico de tanta envergadura haya sido tomado como campo de batalla para exponer las más bajas pasiones de xenofobia antivenezolana", condenó el Ministerio venezolano de Deporte.
Mervin Maldonado, jefe de esa cartera, dijo que la FVF contactó con la FIFA "haciendo el reclamo correspondiente".