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Silvio Berlusconi, el presidente del Gran Milán

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El Milan de Silvio Berlusconi, cuando ganó su primera Liga de Campeones
El Milan de Silvio Berlusconi, cuando ganó su primera Liga de CampeonesProfimedia
Del éxito de su televisión privada a la revolución de Arrigo Sacchi antes de entrar en política para quedarse. El exprimer Ministro falleció en la clínica San Raffaele de Milán a los 86 años, pero su recuerdo -en el mundo de la televisión, el fútbol y la política- para bien o para mal perdurará.

La leucemia se llevó a Silvio Berlusconi a los 86 años. Fue una vida vivida con el pie en el acelerador para el exprimer Ministro de la República Italiana que, una vez metido directamente en política, hizo de ella su razón de vivir. Hay quien le acusa de haberlo hecho para velar personalmente por los intereses de sus propias empresas tras la marcha de Bettino Craxi. Y hay, en cambio, quien canta sus alabanzas considerándole un salvador del país. Pero esa es otra historia.

Aquí y ahora queremos recordar al presidente del Milan. Del Gran Milán, un adjetivo que no se utilizaba en Italia desde los tiempos de Valentino Mazzola y su 'Grande Torino'. Y sí, porque al igual que los granotas, la sublime criatura de Berlusconi cambió para siempre la forma de jugar al fútbol. Una auténtica revolución que acabó creando escuela en Italia, pero sobre todo en Europa.

Un Milan europeo

Y al fin y al cabo, su objetivo, desde que tomó el Milan en sus manos -su irrupción en otros deportes (voleibol, hockey, rugby...), por muy exitosa que fuera, fue desastrosa porque no quedó nada tras su marcha-, era traspasar todas las fronteras, alterar los equilibrios preexistentes. Y en realidad no puede decirse que no lo consiguiera. El equipo que construyó junto a Arrigo Sacchi -al que defendió a capa y espada cuando el vestuario se quejó de sus métodos- sigue siendo un ejemplo de proyecto visionario celebrado en todo el mundo.

Berlusconi y el Milan de Sacchi
Berlusconi y el Milan de SacchiProfimedia

Fue él quien dio al Milan la dimensión europea que todo el mundo reconoce hoy en el Diavolo. Las cinco Copas de Campeones/Ligas de Campeones son su mayor éxito, el equipo imbatible de los tres holandeses el recuerdo imborrable que los aficionados rossoneri nunca olvidarán y se encargarán de transmitir a sus hijos.

Imágenes que quedarán impresas incluso a los aficionados rivales, porque la grandeza de aquel equipo fue precisamente la de derribar la barrera más infranqueable: la de la afición. Negar la belleza del Milan de Sacchi y Berlusconi (conociéndole, no habría perdonado el orden de los protagonistas) era negar la evidencia.

Líder del Milan

Histriónico, a veces hasta el exceso, Berlusconi nunca aceptaba un"no" por respuesta. Cuando Nils Ledholm lo intentó, lo 'electrocutó'. Para quienes se han sentado en el banquillo rossonero desde el Barón, el presidentissimo nunca ha dejado de hacer oír su punto de vista y nunca ha pretendido imponerlo. Los números le dan la razón (29 títulos en 31 años), aunque sólo cuando encontró un contrapunto en el banquillo su Milan despegó.

Berlusconi en 2007
Berlusconi en 2007Profimedia

"¿Borghi? Dame a Rijkaard y lo ganaremos todo", respondió Sacchi cuando le preguntaron por qué no dejaba jugar más al basculante delantero centro argentino. Del mismo modo, Fabio Capello le hizo entender que su otro protegido, Dejan Savicevic, no podía jugar todo el tiempo porque "tenemos que correr en el once". A Carlo Ancelotti, en cambio, le reprochó lo del árbol de Navidad: "Haré una ley para que el entrenador del Milan alinee al menos a dos delanteros", le mandó decir. Carletto lo resolvió a su manera: "Sí, es verdad, a él le gustaría hacer la formación y yo le escucho, pero la última palabra es siempre mía".

Silvio Berlusconi ha muerto, pero su recuerdo -en el mundo de la televisión, el fútbol y la política- para bien o para mal perdurará. Una gran satisfacción para alguien que ha buscado toda su vida el elixir de la inmortalidad, creyendo en algún momento que incluso lo había encontrado.