Modric dirige con maestría la doble reacción croata y deja a Países Bajos sin final (2-4)
La primera semifinal de la tercera edición de la Liga de las Naciones se presentaba como un duelo generacional entre Luka Modric, indiscutible líder de Croacia y sin sustituto claro en el horizonte, y Xavi Simmons, 20, años, ya titular y llamado a liderar a su selección a muy corto plazo. El jugador holandés ha terminado como máximo goleador de la Eredivisie con 19 goles a los que hay que sumarle 9 asistencias. El duelo prometía pero no hubo color.
La primera media hora fue de tanteo. Países Bajos dominaba más, alentada por el fervor de su público (se jugaba en el estadio De Kuip, de Rotterdam) y Croacia sólo bailaba cuando Modric tocaba el violín. Hasta el minuto 33 no llegó la primera ocasión clara de peligro. Teun Koopmeiners, centrocampista del Atalanta, se plantó solo, aunque algo escorado, frente a Livakovic, pero mandó el balón alto.
Después del primer aviso serio llegó el tanto que encendió De Kuip. En un balón recuperado por el combativo Xavi Simons, el combinado de Roland Koeman movió el balón con fluidez de izquierda a derecha buscando al hombre libre de marca. Aké encontró a Wieffer y el jugador del Feyenoord vio a Malen dentro del área sin ningún croata cerca. El delantero del Borussia Dortmund la pegó fuerte y cruzada para batir a Livakovic y abrir el marcador.
Croacia salió con ganas de dar la vuelta al partido. Siempre con Modric al mando, un pase suyo de dibujos animados, marca de la casa, con su mágico exterior, le llegó a Kramaric, que desbordó a Dumfries y la pegó buscando la escuadra izquierda de Bijlow. El balón se desvió por muy poco.
En una acción de picardía, Modric, siempre él, se anticipó a Gakpo en un control dentro del área, el delantero del Liverpool le agarró y el árbitro pitó un penalty que transformó Kramaric.
El empate animó a Croacia. En el 72, Ivanusec controló en el área, se la puso a Pasalic, que no pegó limpiamente al balón pero entró. Esos también valen. Croacia le puso fe y fútbol y se puso por delante en un feudo de color naranja de forma mayoritaria. A los ajedrezados les tocaba defender, sin Gvardiol, ausente por lesión, la esperada avalancha oranje.
Los balcánicos se atrincheraron en su área y Modric corría como un chaval de 25 años para evitar los centros laterales y los pases filtrados. La enésima lección del gran capitán fue otro ejemplo de clase y compromiso. Guante de seda y mono de obrero. Todo en un jugador único.
A 30 segundos del final, con Países Bajos apurando sus últimos cartuchos, Lang, jugador del Brujas, que había entrado al campo en el minuto 85, cazó un balón tras varios rechaces y forzó la prórroga. Los croatas, abatidos, no podían creer el duro golpe recibido.
Poco tardaron en rehacerse los balcánicos. Guerreros del césped, acostumbrados a las dificultades, volvieron a la carga. Con otro pase de Modric, Bruno Petkovic, jugador del Dinamo de Zagreb, se perfiló de forma impecable en zona de tres cuartos de cancha, y cuando vio hueco, soltó un derechazo que se coló junto al palo derecho de la portería defendida por Justin Bijlow.
Pasalic pudo rematar en el 114 pero el balón se estrelló en el larguero. Un minuto después, en otro ataque croata, Malacia cometió un penalti absurdo sobre Petkovic, hombre decisivo desde su entrada. Dalic quiso que rematase la faena el ídolo croata. Modric sentenció en un partido trepidante en el que la valentía croata tuvo la recompensa merecida. Hasta los aficionados neerlandeses aplaudieron al 10 cuando salió del campo. Es un jugador de leyenda y el reconocimiento es planetario.
Llegó el 2-5, también de un brillantísimo Petkovic. Fue un gol de bandera pero el árbitro lo anuló por fuera de juego. A esas alturas de partido, ya daba igual. Todo estaba decidido.
Los croatas estarán en la final del domingo y aspiran a acompañar en el palmarés a Portugal y Francia, las dos selecciones que han ganado hasta ahora la Liga de las Naciones. Ahora les toca a España e Italia pelear por la otra plaza.
Mejor jugador del partido: Luka Modric