Infantino, cuatro años por delante para continuar con la expansión de la FIFA
Reunidos en Kigali el jueves a partir de las 09h00 locales (08h00 CET) en el 73º Congreso de la instancia mundial del fútbol, los delegados de las 211 federaciones miembros no tendrán otra elección que la reelección del dirigente de 52 años, único candidato como ya ocurriera en 2019, o reprobar su gestión de manera simbólica no votando a su favor.
La presidenta de la Federación Noruega, Lise Klaveness, pretende convertirse en una de las pocas notas discordantes absteniéndose en la votación y llevando al orden del día una discusión sobre la "reparación en caso de violación de los derechos humanos" relacionado con las competiciones de la FIFA, exigiendo un balance de fallecidos en las obras del Mundial de Catar e indemnizaciones a las víctimas.
Pero los europeos no se pusieron de acuerdo en una candidatura que pudiera competir contra el que fuera hombre de confianza de Michel Platini en la UEFA (2009-2016), elegido sorprendentemente como presidente de la FIFA en febrero de 2016 después de una cascada de escándalos, y que parece tener asegurado continuar como el patrón del fútbol mundial al menos hasta 2027.
Poder redistributivo
Los estatutos actuales de la organización prevén un máximo de tres mandatos de cuatro años para el presidente, pero Infantino ya ha comenzado a preparar el terreno para aferrarse en el cargo hasta 2031, declarando a mediados de diciembre que aún estaba en su "primer mandato", porque el correspondiente a 2016-2019 fue incompleto.
El horizonte parece despejado para este jurista que clama desde hace años su voluntad de "hacer del fútbol algo realmente mundial" y actúa de muro contra la hegemonía económica y deportiva del fútbol europeo gracias a los programas de desarrollo de la FIFA, nutridos por los crecientes ingresos del organismo.
Como hace cuatro años, Infantino puede presumir de un balance financiero sólido, con un incremento del 18% de los ingresos y del 45% de las reservas en el ciclo 2019-2022 con respecto al precedente, lo que permite a la FIFA aumentar sus subvenciones a las confederaciones y a las federaciones, la clave de su sistema de redistribución en el que basa sus opciones de reelección.
La organización acuerda las mismas cantidades a Trinidad y Tobago o a Bermudas que a potencias como Brasil y Alemania... Y cada federación dispone de un voto en el Congreso.
A nada que el presidente contente a las 35 federaciones de Centroamérica, muchas de ellas islas del Caribe, o a las 54 federaciones africanas, Infantino se puede permitir desafiar a las potentes naciones europeas con un proyecto de Mundial bianual, finalmente descartado, o prohibiendo que varios países luzcan brazaletes a favor del colectivo LGTB durante el Mundial de Catar.
Fracturas del fútbol
Desde el punto de vista de la gobernanza, su último mandato estuvo marcado por una gran reforma del sistema de traspasos, por la implantación de una baja maternal para las futbolistas profesionales, así como por reglas de procedimiento disciplinario más protectoras para las víctimas de violencias sexuales.
Las principales reformas de los próximos años ya se han puesto en marcha, empezando por un Mundial masculino que pasará de 32 a 48 equipos en 2026, organizado por Estados Unidos, México y Canadá y cuyo formato se aprobó el martes, con una primera fase de 12 grupos de cuatro equipos cada uno, por lo que el número de partidos pasará de los 64 de las últimas ediciones a 104, una medida que deberá aumentar exponencialmente los ingresos de la FIFA por su torneo faro.
Más delicada parece la reforma del Mundial de Clubes, que la FIFA pretende organizar a partir de 2025 cada cuatro años y con 32 equipos (en lugar del formato actual, anual y con solo siete participantes). Un proyecto que Infantino tiene en mente desde hace años y que desde Europa ven como competidor para la Liga de Campeones, el lucrativo torneo estrella de la UEFA.
Sin embargo, esta iniciativa puede sacar a la luz las fracturas del fútbol: el mismo día, el Foro Mundial de Ligas, que reagrupa a una cuarentena de campeonatos, denunció las "decisiones unilaterales" de la FIFA que afectan además a un calendario ya de por sí "sobrecargado", lo que supone una amenaza para la salud de los futbolistas, para el equilibrio de los clubes y la economía de las competiciones nacionales.