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Las escuelas uruguayas vibran con los partidos de la Celeste en el Mundial

AFP
Uruguay tiene poco que celebrar por ahora
Uruguay tiene poco que celebrar por ahoraMANAN VATSYAYANA / AFP
En un salón central de la escuela pública 302 de Montevideo, todo es bullicio: un centenar de niños siguieron con algarabía el partido que Uruguay perdió este lunes por 2-0 ante Portugal por el Mundial de Catar, evento que las autoridades de la educación aprovechan para trabajar valores.

"¿Sabías que (Luis) Suárez está en el banco?", pregunta a la periodista de AFP un pequeño con la bandera uruguaya en la mano, mientras en un muro del centro educativo se proyecta el segundo encuentro del Grupo H bajo la mirada por momentos atenta y por otros más distraída del bochinchero conjunto de menores de entre 5 y 11 años sentados en el piso.

A pesar del apunte con sorpresa, aclara que su jugador favorito no es el exdelantero del Barcelona y el Atlético de Madrid, goleador histórico de la Celeste, sino Cristiano Ronaldo.

"Soy de Uruguay pero me gusta", agrega como explicación, antes de unirse corriendo a sus compañeros de clase.

En este país sudamericano de 3,5 millones de habitantes, durante los mundiales mirar los partidos de la selección en las escuelas es parte del ADN futbolero propio de los charrúas, quienes desde la cuna abrazan este deporte como un espacio de integración sin igual.

"Al haber sido campeones en el primer mundial, eso marcó una impronta en la identidad uruguaya. El fútbol y en particular la selección son parte de la identidad del ser uruguayo", dice a AFP la directora general de Educación Inicial y Primaria (DGEIP), Graciela Fabeyro.

Aliento y valores

Al igual que la mayoría de los centros educativos, la decoración mundialista destaca en esta escuela ubicada en el barrio Lavalleja, al norte de Montevideo.

Varios de los niños llevan camiseta o tienen los colores de la bandera pintados en la cara, mientras los más pequeños llevan una tiara de cartulina azul y amarilla en la cabeza.

"¡U-ru-guay, U-ru-guay!", gritaban todos al unísono en algunos pasajes del primer tiempo, el único que pudieron ver dentro del centro, que cierra sus puertas a las 5 de la tarde (20h00 GMT).

Mía, de 6 años, cuenta que es el segundo partido que mira en la escuela, al tiempo que no se muestra muy segura de un triunfo de la Celeste. "No sé el nombre de ningún jugador", dice con timidez.

Sin embargo, todos se unen en un coro emocionado cuando los dirigidos por Diego Alonso parecen acercarse al arco rival.

Días antes del inicio del máximo evento del fútbol en Catar, la DGEIP lanzó una circular a todas las escuelas públicas para habilitarlas, como suele dictar la costumbre, a "compartir el visionado de los partidos de la selección de Uruguay" e instando a los centros a aprovechar la instancia para "abordar convivencia, empatía, diversidad cultural, derechos y valores".

La directora del centro escolar, Laura Ferreira, señaló a AFP que, un mes antes de que la pelota comenzara a rodar en Catar, la institución implementó un proyecto para trabajar diferentes materias a través de desafíos planteados; por ejemplo, aprender sobre geografía utilizando como excusa a los países participantes. "Si cumplen su desafío, se ganan una figurita como las del mundial pero con la foto de ellos".

Los padres apoyan tanto el aporte pedagógico como la arista más socializadora del deporte rey. "Es una de las cosas que integra", dijo Ferreira.

Fabeyro coincide: "Es parte de la cultura. A unos gusta más, a otros menos, pero hay mucha identidad con el fútbol"