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Simeone y el Atlético de Madrid, la historia de un matrimonio víctima del desgaste

Daniel Núñez
Simeone y el Atlético de Madrid, la historia de un matrimonio víctima del desgaste
Simeone y el Atlético de Madrid, la historia de un matrimonio víctima del desgasteAFP
El argentino disputó cinco temporadas como jugador -en dos etapas diferentes- y lleva más de una década como entrenador, una 'rara ávis' en los tiempos actuales porque los gatillos, cuando apuntan hacia los banquillos, se aprietan con mayor precocidad que antaño.

Seguramente ustedes conozcan también un caso como el que se va a presentar en este artículo: una relación de amor que empieza a dar sus últimos coletazos, tras haber vividos momentos impresionantes y de auténtica felicidad, porque el brillo de los ojos ha desaparecido y la piel no se eriza de ninguna de las maneras. El verdadero fin no llega después de una dura discusión, sino cuando ya no duele. Y ese es el mayor de los riesgos que corren el Atlético de Madrid y Simeone, el de querer abarcar más allá del ciclo natural.

Necesitaba un clavo muy grande el conjunto de la capital para olvidar muchos años de tristeza: ganar un título -pese al logro con Sánchez Flores en la 2009/10- era un reto complicado cuando Simeone cogió el equipo y superar al Real Madrid parecía también casi una cuestión de fe. Y el argentino, con una identidad y un sello muy auténtico, llegó a mediados de la temporada 2011/12 para cambiar el signo de la historia y devolverle la esperanza y la alegría al club de sus amores. 

El inicio de una época

Dejando a un lado el campeonato de Segunda, los rojiblancos se habían tenido que conformar con un único trofeo en el presente siglo. Muy poco tardó el Cholo en demostrar por qué la directiva acertó en confiar en él pese a su inexperiencia en los banquillos: la segunda -de tres- Europa League cayó en la temporada de su debut como técnico en el Vicente Calderón. Ni mucho menos fue algo anecdótico, ya que en la siguiente conquistó la Supercopa de Europa y la Copa del Rey.

Pese a la superioridad de un Barcelona con muchas similitudes a la etapa más gloriosa con Pep Guardiola -después llegó el segundo sextete-, el Atleti plantó cara a los dos gigantes de la competición y se llevó el torneo liguero del curso 2013/14, algo impensable años atrás. Aquel gol de Diego Godín ante el propio conjunto azulgrana en la última jornada dejó a Leo Messi y compañía sin sumar un nuevo título a las vitrinas del Camp Nou. Era la confirmación de que el Atlético había llegado para quedarse. Además, también cayó la Supercopa de España.

Ya a la altura de Real Madrid y Barça pese al continuo discurso pesimista de Simeone, llegaron las dos fatídicas finales de Champions contra los vecinos de la capital. La primera, en mayo de 2014, se resumió en el gol de Ramos en el minuto 93, lo que supuso la décima Copa de Europa para los blancos. Pudo haber sido un año perfecto, pero el sevillano se empeñó en que no fuese así. Dos años después, el destino, esta vez en forma de tanda de penaltis -y un tanto en fuera de juego del propio central- volvió a ser cruel.

Simeone, preocupado
Simeone, preocupadoAFP

Aunque no es lo mismo, la tercera Europa League no tardó demasiado en llegar (2017/18), un logro que permitió disputar (y ganar) la final de la Supercopa de Europa unos meses más tarde -contra el propio Madrid-. Aquel día se mostró Thomas Lemar, quien tardó mucho tiempo en volver a ofrecer un nivel similar- y se consumó una venganza esperada, si bien se trataba de una competición algo menor. La última Liga, con Luis Suárez en plantilla, completó y cerró un fantástico palmarés.

Una versión irreconocible

Son muchos los jugadores que han pasado por el Atlético de Madrid con Simeone como entrenador. El estilo de juego del técnico mejor pagado del mundo siempre ha sido bastante claro: defensa contundente, ataque directo y mucha intensidad. Las posesiones, a poder ser, en campo rival. El resultado más repetido durante mucho tiempo -en las victorias- fue el 1-0 o el 0-1. Además, dominó el juego aéreo temporada tras temporada, sobre todo en LaLiga Santander.

Los rojiblancos encajaron 26 y 25 goles respectivamente en los dos últimos campeonatos ligueros que conquistaron. En ambos casos, sobre todo en la 2013/14, mejoraron los registros de Barcelona y Madrid en este apartado. Ahora, después de 13 encuentros disputados, ha recibido 13. La media por partido es muy sencilla de calcular y, a todas luces, es bastante peor en comparación a la de esas dos sobresalientes campañas. La principal receta para el éxito ha desaparecido.

El miedo a regresar a la indiferencia está presente en el entorno de un club que no ve más allá de Simeone, que se siente pequeño sin su álter ego. Porque son tantos años juntos que cuesta creerlo, pero tarde o temprano llegará el último día del argentino en el banquillo del Metropolitano. Y este Atleti no está preparado... o no quiere estarlo. Ambas partes, seguro, se seguirán queriendo hasta la eternidad incluso a miles de kilómetros de distancia. Porque no hay nada más bonito que la mutua admiración. Y es que esa es la definición más precisa de lo que es el amor.