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El surf olímpico empieza a hartar a los habitantes de Teahupo'o

AFP
El surf olímpico se celebra en Teahupo'o
El surf olímpico se celebra en Teahupo'oAFP
Gendarmes y militares patrullando, un salvoconducto que debe ser exhibido constantemente y su tranquilo pueblo lleno de personas acreditadas: muchos habitantes de Teahupo'o están ya "fiu" (cansados o hartos, en tahitiano) de los Juegos Olímpicos tras apenas un día de competición.

"Es verdad que se trata de un evento grandioso, pero estamos fiu de tener que mostrar nuestro pase cuatro veces para poder recorrer 500 metros. Lo que más deseo en estos momentos es que todo el mundo se vaya", declaró a la AFP Romain Taupua, un jubilado que vive en una de las zonas más transitadas, entre la entrada del pueblo y la punta Mahora, frente a la célebre ola que da fama mundial a este lugar.

El descontento es todavía mayor por el hecho de que resulta muy difícil ver a los surfistas en acción. Entre los 24 barcos autorizados para estar en el lugar el sábado, apenas tres contaban a bordo con aficionados, que habían sido elegidos por sorteo.

Para los habitantes de Teahupo'o, normalmente la única manera de acercarse a la zona de la ola es trabajar en algo relacionado con el lugar, por ejemplo como parte de las 'water patrol' que se encargan de la seguridad o del transporte.

"No reconocemos nuestra playa"

"Es realmente una oportunidad poder recibir a todos esos países", reconoce Heimiri Afo, una treintañera que siempre ha vivido en Teauhupo'o. "Pero no nos habían anunciado todas estas restricciones y no reconocemos nuestra playa, hay barreras por todas partes, incluso en el pueblo", lamenta esta trabajadora del cuerpo de bomberos.

Los grandes espacios naturales que constituyen el encanto del pueblo están ocupados ahora por un centro logístico, una zona de prensa y bases para los deportistas.

Justo al lado, una familia ha plantado cuatro palos para simular porterías de fútbol. Tres generaciones se divierten con un viejo balón en un minúsculo trozo de césped, indiferentes al frenesí de los Juegos Olímpicos de París 2024, manteniéndose al margen del ajetreo.

Pero muy cerca, periodistas, técnicos y voluntarios se mueven de un lado a otro con rapidez. Un ritmo al que están poco acostumbrados en este pueblo, habitualmente muy tranquilo.

Unos niños sin camiseta están sentados sobre el tronco de un cocotero mientras gendarmes patrullan y vigilan al paso de la ministra francesa de los departamentos de ultramar, Marie Guevenoux, que está acompañada de parlamentarios locales.

Seguridad reforzada

Incluso en las antípodas, Francia vigila de manera exhaustiva por la seguridad de los Juegos Olímpicos. Unos 700 policías y militares, entre gendarmes, guardias de marina o especialistas en desactivación de explosivos, están movilizados en el dispositivo olímpico en Tahití.

Los medios se concentran sobre todo en Teahupo'o, pero no únicamente: una patrullera vigila las aguas del sur de Tahití y un avión del ejército sobrevuela el océano cada mañana, realizando varios centenares de kilómetros, para asegurarse de que no hay ninguna embarcación hostil acercándose.

En el pueblo no se sienten amenazados y por eso estas medidas de seguridad son más bien percibidas como un molesto cambio brusco de su forma de vida.

Una iglesia adventista del lugar confía en poder celebrar el sabbat del sábado con tranquilidad. Los fieles piden al responsable de la 'fan zone', situada en la playa a unos 20 metros, que baje el volumen durante la celebración religiosa. La petición es aceptada: los adventistas pueden así rezar con tranquilidad mientras centenares de fans siguen la actuación de los surfistas en una pantalla gigante.

Entre esos aficionados está Tea Estall, que ha acudido con su familia.

"Habrá un concierto esta noche con músicos locales, pero sobre todo he venido a animar a Vahine y Kauli", los dos surfistas tahitianos del equipo de Francia, tan famosos en este lugar que se les conoce directamente por su nombre.

Puede que si alguno de los dos consigue medalla en estos Juegos Olímpicos, en Teauhupo'o se olviden, al menos por un momento, de las incomodidades de estos días.